Teléfonos móviles cada vez más precisos, ordenadores con una cantidad de memoria admirable, televisiones con infinidad de colores... Sin duda son el producto de la maravillosa mente del ser humano, quien ha invertido la gran mayoría de su existencia en progresar, tanto que ha olvidado el fin último de su objetivo: llegar a una sociedad mejor.
Y es que de nada sirven los sorprendentes avances tecnológicos que el hombre, en su afán de controlar a todo y a todos, lleva a cabo: por muy superior que crea ser siempre estará sometido a la naturaleza. Es inútil ennorgullecerse de haber logrado que éste sea conocido como el siglo de la tecnología si ese sobrenombre no se acompaña del subtítulo "y de la calidad humana".
En menos de cien años hemos logrado conquistar cada rincón de la Tierra y de la Luna; podemos hablar con gente que vive al otro lado del globo y conseguir cualquier dato que necesitemos sólo con pulsar un botón. Todos estos avances sin duda han contribuido a mejorar nuestra calidad de vida enormemente y es algo a lo que quienes hemos venido detrás y no hemos tenido que sufrir sus carencias tenemos que estar profundamente agradecidos.
Sin embargo todo ello no tiene sentido si por conseguirlo hemos dejado atrás nuestro don más preciado, el conjunto de sentimientos e ideales que nos hacen especiales. ¿Para qué sonreír al conseguir fabricar coches que alcancen velocidades supersónicas si hemos olvidado el arte de hablar y conocernos los unos a los otros? ¿Qué razón tiene chatear con quien se encuentra a miles de kilómetros si ni siquiera somos capaces de saludar a quien vive al lado de nuestra casa?
Quizá estas preguntas encuentren su respuesta en un silencio reflexivo, propio quien cae en la cuenta de el auténtico desarrollo tiene que comenzar por nosotros mismos; que antes de enviar un mensaje de texto debemos aprender a decir "k tl?" de corazón, que un ordenador jamás podrá reemplazar la compañía de un verdadero amigo o que una vida siempre vale más que volar sobre el asfalto con un bólido último modelo.
El progreso es beneficioso e incluso necesario, pero siempre regulado por la ética humana, quien no se debe quedar atrás en la carrera por avanzar. Aún estamos a tiempo de darnos cuenta de ello y luchar para que dentro de algunos años nuestros predecesores recuerden este siglo como el del desarrollo humano. El tecnológico será simplemente una consecuencia de ello.
Cita: El progreso no consiste en aniquilar hoy el ayer, sino, al revés, en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear ese hoy mejor. - José Ortega y Gasset