Graciosa la viñeta, ¿verdad? Algo muy propio de un niño de la edad del dibujado: tratar de ignorar lo que ocurre a su alrededor si esto no le conviene. Pero... ¿Acaso no es lo que hacemos nosotros mismos continuamente?
Resulta bochornoso reconocer que atravesando una época en la que nos creemos capaces de comernos el mundo, envueltos en una era publicitaria en la que nos recuerdan constantemente que podemos hacer absolutamente todo, incluido comprar valores y personas (eso sí, siempre y cuando calcemos Nike, vistamos Zara y tengamos un móvil último modelo y el dinero de papá/mamá bien a mano) llevemos a cabo conductas tan infantiles como el "si no lo veo no existe".
Pero la realidad siempre nos acecha, y no por cerrar los ojos o apagar el televisor ésta va a esfumarse: el hambre permanece, el dolor sigue, las injusticias se mantienen (mejor dicho se multiplican; el acto de utilizar el mando a distancia para no disgustarnos con la cara menos amable del día a día es algo tan carente de justicia como lo que nos ahorramos ver). En definitiva formamos parte de una sociedad desigual pero relativamente libre que ante cualquier situación nos brinda al menos dos opciones: mantenerla o intentar cambiarla.
En esta elección, como en tantas otras cruciales para definir quiénes queremos llegar a ser, nos jugamos sobrepasar o no la cada vez más delgada línea que nos separa de esas bestias carentes de humanidad y sentido común que, en teoría, tanto se diferencian de nosotros.
Cita: "No se nace joven, hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal y ganas de luchar, no se adquiere" - José Ingenieros